Verdades, mentiras, cambios y continuidades

Del 30 de julio al 3 de julio se reunión en Sevilla la Cuarta Conferencia de las Naciones Unidas sobre Financiación para el Desarrollo. El calor abrumador de la ciudad contrastaba con un clima ciertamente frío en los pasillos y en las charlas entre los delegados de los más de 150 Estados allí presentes y no era por el uso de aires acondicionados, sino por el panorama político del momento.

No pretendemos aquí hacer una descripción de lo que ocurrió allí durante el encuentro, sino apenas dejar un ejercicio que muestra lo que pudimos ver, y lo que podemos ver cuando ampliamos la perspectiva de la mirada.

Lo primero es recordar que el proceso de conferencias sobre financiación del desarrollo se inició en Monterrey (México) en 2002. Pensado como un encuentro para movilizar finanzas en favor de los entonces recién adoptados Objetivos de Desarrollo del Milenio, acabó reuniéndose en el marco de unas agendas globales militarizadas por los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 y el lanzamiento de la llamada “guerra contra el terrorismo”. Los encuentros siguientes tuvieron lugar en Doha (Qatar, 2008) y en Addis Abeba (Etiopía, 2015) ya en el marco del triángulo negociador establecido para adoptar la Agenda de Acción de Addis Abeba (AAAA), la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre Cambio Climático.

Como había ocurrido antes, el documento de Addis Abeba debía sentar las bases para el financiamiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero a diferencia de la reunión de Doha, la de Sevilla no era un mero encuentro de seguimiento: se realizaba en un momento de crisis profunda del sistema multilateral.

Aquí empiezan a jugar los elementos que queremos destacar:

Aunque es opinable, la reunión de Sevilla lejos quedó de demostrar que el multilateralismo sigue vivo y puede producir resultados. Si eso puede decir que el multilateralismo subsiste por el solo hecho de que la reunión se haya producido (en ausencia de varios Estados miembros de la ONU que decidieron no acudir, notablemente los Estados Unidos) o porque se haya logrado aprobar un documento por consenso entre los presentes, también debe poder decirse que los debates fueron en realidad una serie de monólogos bastante inconexos, y que el “Compromiso de Sevilla” (el “Compromiso”) es un documento débil que no ha podido articular medio alguno para dar seguimiento a su implementación.

Por otro lado, mientras las tres conferencias anteriores adoptaron documentos sostenidos principalmente en un lenguaje técnico, el Compromiso refleja un uso mucho más normativo. Así, mientras la AAAA priorizaba la eficiencia y coherencia de los medios, el Compromiso cuestiona los fines y las estructuras del sistema internacional. Addis se enrola en el aumento de la eficacia de la ayuda, Sevilla se construye sobre la actual crisis de legitimidad del orden multilateral.

Como resultado de ese cambio, mientras los países identificaron en Addis Abeba al déficit de recursos como el principal problema a enfrentar, en Sevilla identificaron las múltiples crisis sistémicas, incluida la de gobernanza y la de confianza en el multilateralismo, como origen de las carencias.

Sin embargo, este cambio no debe llevarnos a confusiones: no hay una “ruptura” entre la AAAA y el Compromiso, sino de un desplazamiento del centro de atención de debate desde las buenas prácticas y la eficacia hacia a la disputa por la distribución justa de recursos financieros para la promoción del Desarrollo.

En este sentido, fue triste el espectáculo de ver a los países del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE y a los representantes de la Unión Europea (UE), hablando en nombre de la Unión, pero también de sus países miembros, afirmando la importancia de la cooperación y de sus compromisos por contribuir a solucionarlos, al mismo tiempo que recortan su Ayuda Oficial al Desarrollo.

Conforme lo informa la OCDE, en 2024 las instituciones de la UE aportaron USD 27.700 millones como en 2024 (dato preliminar), un volumen equivalente al de 2023, marcando el tercer año consecutivo de aumento en el volumen de AOD, pero eso se explica por el apoyo brindado a Ucrania por USD 20.577 millones, algo más del 70% del total.

España, anfitriona del encuentro, dijo a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares Bueno, que “lograr más y mejores recursos para el desarrollo sostenible no es solo una tarea necesaria, es urgente”, y recordó el compromiso del país con alcanzar el compromiso 0,7 (otorgar el 0,7% del PIB como AOD), cuando la OCDE nos informa oficialmente que el país aportó en 2024 un monto de AOD un 17% menor al de 2023, alcanzando una relación AOD/PIB del 0,24.

Discursos brindados por los representantes de Francia, Hungría, Italia, Lituania, Estonia, Grecia, Chequia y una larga lista de países pueden ser citados con palabras similares enmarcadas en recortes de su AOD en 2024 que van del 11% (Francia) a más del 51% (Estonia). Entretanto, sus presupuestos militares van en alza.

La Cuarta Cumbre para la Financiación del Desarrollo Sostenible y el Compromiso de Sevilla son síntomas del momento político en que se encuentra el mundo. Si será recordada como una tertulia internacional inconducente o como una reunión que contribuyó a cambiar un sistema financiero injusto con los países en desarrollo es, todavía, una pregunta abierta.

 

Por Javier Surasky.

Coordinador del Departamento de Cooperación Internacional del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata